miércoles, 24 de septiembre de 2008

Life in a jar




Irena Sendler es la mejor prueba que en el mundo no basta hacer las cosas bien, hay que ser popular,
Irena fue una enfermera polaca quien, valiendose de numerosos trucos, logró salvar más de 2.500 niños del Gheto de Varsovia.
En octubre de 1943 Irena fue arrestada por la Gestapo, la torturaron brutalmente para que diera los nombres de sus colaboradores, los nombres de los niños y sus nuevas identidades, le partieron las dos piernas, los brazos y los pies pero ella nunca dijo nada. La condenaron a muerte pero la resistencia sobornó a un soldado alemán que la dejó escapar, ella cambió de identidad y, al final de la guerra, desenterró las listas con los datos de los niños que había rescatado las cuales tenía ocultas dentro de frascos de vidrio en el jardín de una vecina y se las entregó a Adolf Berman, primer presidente del comité de salvamento de los judíos supervivientes.

Torturada por los nazis y condenada al anonimato por los comunistas (además de antinazi era anticomunista) el mundo apenas se enteró de su existencia gracias a un trabajo de investigación hecho por un grupo de estudiantes norteamericanos.

En 2007, el gobierno polaco la nominó al Premio Nobel de la Paz, el cual le fué entregado a Al Gore por su "lucha a favor del medio ambiente", algo muy divertido si se tiene en cuenta que los datos en los cuales se basó su película fueron desmentidos por el propio autor de la investigación.
Irena murio el pasado 12 de mayo, no recibió el Nobel pero al final ese tipo de concursos de popularidad no importan cuando se hacen el bien desinteresadamente. Para los niños que salvó, quienes llenaban diariamente con flores la habitación del asilo en que vivia, no hay duda de quien merecía de verdad los honores.

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